Iris Hantverk
Hay historias fascinantes. Cómo algunas empresas llegan a ti y cómo se hace su producto, son toda una épica. En los libros de Iris Hantverk constan entre sus empleados 6 invidentes, que son el testimonio de su larguísima historia:
A finales del siglo XIX Suecia se fue desarrollando como sociedad industrial y la gente se mudó paulatinamente a las ciudades. Fue entonces, cuando el Dr. Axel Beskov fundó la Escuela de Manila en 1870, un taller para invidentes en Estocolmo. Inicialmente eran 9 y vivían y trabajaban en el taller, se llevaban el 75% de las ventas. En 1889 un grupo de ellos fundó un pequeño partido político, para animar a los invidentes a participar de la vida social y política, en lugar de quedarse aislados. Poco a poco organizaron a los artesanos y les ayudaron a vivir de su trabajo hasta que en 1902 se mancomunaron para comprar material para hacer cepillos y cestas, que revenderían a coste a los socios. En 1906 compraron una propiedad que convirtieron de almacén, fábrica y tienda y que fue los orígenes de Iris Hantverk.
En 2012 el estado sueco dejó de subsidiar las actividades de los invidentes tras lo que Iris Hantverk entró a pérdidas y su dueño la puso a la venta. Dos empleados de la empresa, Richard Sparrenhök y Sara Edhäll, la compraron con la visión de revivir el antiguo oficio artesanal de la confección de cepillos.
Su producto es decididamente no vegano (muchos de sus cepillos se elaboran con pelo animal) pero creemos que lo natural de sus materias primas (madera, pelo, acero) y lo artesanal y sostenible de su actividad, junto con su función social hacia los invidentes, la hace una gran candidata para nuestra selección. Eso sin mencionar la calidad, tradición e historia que caracterizan Iris Hantverk.